EL PADRE DE MIS HIJOS

Conocí a Papimelli cuando yo tenía 17 años y desde entonces caminamos juntos por la vida, aveces por el camino recto, aveces bordeando y en muchas ocasiones dando tumbos, pero ahí estamos para lo bueno y para lo malo.
El siempre ha sabido mi "problema" para tener niños y lo ha asumido siempre con tanta naturalizad, que para él no había siquiera posibilidades de un negativo en el tratamiento, por eso según lo iniciamos tubo que irse a trabajar a LejanoPaís cuatro meses.
Durante todo ese tiempo me sentí arropada, siempre está el teléfono móvil y las conversaciones por la web cam aunque la mayoría de las veces se colgara o nos tuviéramos que quedar a medias de la conversación.
Jamás olvidaré la primera vez que le enseñé una ecografía de los peques por la cam, la carita que se le puso, como miraba intentando ver algo (nunca fué capaz de ver nada en las ecos, pero eso ya es otro tema), o cuando me pedía que le enseñara la tripa y evidentemente no se notaba nada de nada.
Durante el embarazo me cuidó mucho, tanto que era agobiante, me preparaba mis zumos de la merienda o el vaso de leche antes de irme a la cama, insistía en que me hechara la siesta en la cama en lugar de en el sofá, e incluso se ofreció a dormir en otra habitación para dejarme más espacio en la cama de matrimonio.
Según crecía mi barriga me repetía que estaba deseando que nacieran para no verme tan incómoda, cuando yo en realidad no estaba incómoda para nada, solo estaba más redondita de lo habitual.
Recuerdo cuando nos tocó pensar en los nombres de los niños y de tanto insistirle en el de Princesita terminó encantándole, pero como dudó hasta el final del de Repollete.
Le encantaba ponerme las manos en la tripa y sentirlos y me preguntaba ingenuamente si me hacían daño... ¡Pero Papimelli que son fetos no son boxeadores!...
El día del parto estube más preocupada por él que por mi, desde que ingresé hasta que llegaron mis padres y los suyos le tocó estar solo, y seguro que no paró pasillo para arriba y pasillo para abajo, él no vale para esperar ni para estar sin hacer nada.
No olvidaré la carita que traía cuando entró en la habitación y me preguntó que tal estaba... y yo insistía en que me contara que tal los peques y él no quería contarme nada, a pesar de tener su móvil lleno de fotos y vídeos prefería que yo los viera en vivo y en directo, aunque me tocó esperar al día siguiente.
Durante el ingreso de los peques en neonatos se lo tomó con tranquilidad, con positivismo, eso me ayudó a verlo de la misma forma.
Le temblaban las manos dando su primer biberón a Princesita y se empeñaba en ponerle los patucos a Repollete cada vez que dentro de su incubadora se los quitaba.
El día que trajimos a Princesita no paraba de mirarla, como si fuera a desaparecer si dejaba de hacerlo.
Cambió pañales desde el primer día, puedo deciros que el fin de semana cuando estamos los dos en casa yo no cambio ni un pañal. Él los baña, y juega con ellos, e intenta educarles hablándoles como si fueran personas adultas y lo entendieran.
Por las noches se ha levantado tantas veces como yo, incluso más, porque hubo un momento que mi agotamiento era tal que era incapaz de oirles o si les oía era incapaz de levantarme.
Les da de comer intentando no perder la paciencia, aunque como él es tan disciplinado odia ver como lo manchan todo y se pasa más rato limpiando y recogiendo que dando de comer a los niños.
Creo que es un buen padre, nunca dudé de ello, hace tanto tiempo que lo conozco qu esiempre he sabido que el día que tuviéramos hijos los iba a disfrutar, tiene suerte, su trabajo le permite estar a las 15.30 en casa y salvo excepciones los fines de semana está en casa, aunque luego tiene temporadas largas de pasarlas fuera. Se preocupa,  y ves como persigue a Repollete para sonarle los mocos o como intenta que su Princesita no se caiga cuando va en plan alocada por el pasillo.
Durante mi embarazo se dedicó a recopilar cuentos y canciones para ponerles, y mientras estaba en LejanoPaís se dejaba asesorar sobre sus compañeros en cuestiones de bebés.
Creo que es una gran suerte cuando tienes hijos tener una persona a tu lado que haga el mismo trabajo que tú, con la que estés de acuerdo en las mismas pautas a la hora de educar, que se responsabilice de los niños mientras tú te das un baño calentito o quedas con una amiga a tomar un café.
Lejos de nuestras familias y sin ningún tipo de apoyo para mi ha sido una suerte contar con él, aunque haya muchas cosas que se le escapen, aunque sea incapaz de vestir de forma coordinada a los niños, aunque tarde una hora en cambiarle los pañales, pero se que llegado el momento sabrá educar a nuestros hijos, impartirles disciplina, enseñarles a amar los deportes, a que sean ordenados, y toda una serie de cosas y cualidades que él posee y que hacen que me sienta orgullosa de tenerlo a mi lado.

FRASE DEL DÍA: Gobierna tu casa y sabrás cuánto cuesta la leña y el arroz; cría a tus hijos, y sabrás cuánto debes a tus padres.