En Servicios Sociales, cuando hablamos de menores en riesgo dos grandes detectores de éstos suelen ser los profesores en el colegio y los médicos, más bien los pediatras de atención primaria generalmente. Una madre o un padre que no saben cuidar a sus hijos o que no lo hacen de forma adecuada no suelen ir a un centro de servicios sociales (en Castilla y León CEAS) a decir que no saben que hacer con sus hijos, porque la mayoría de las veces ni siquiera son conscientes de que no lo están haciendo de forma adecuada. Si suelen acudir a los servicios sociales básicos por ayudas económicas, en las campañas de recogida de juguetes o en las de alimentos. Allí son las Trabajadoras Sociales las que indagan para ver si detrás de esas solicitudes hay otros problemas de fondo que implican la intervención de los Programas de Apoyo a Familia.
Como os decía profesores y médicos nos sirven como radares de detección de muchas problemáticas en los niños. Hoy me voy a referir a los médicos-pediatras, grandes profesionales con poco tiempo muy poco, pero capaces de ver más allá.
Cuando hablamos de niños en situación de riesgo podemos estar refiriéndonos a muchas cosas, nunca tan graves como para que intervenga menores retirando un niño de su familia (esto casi nunca ocurre), generalmente son niños con muchas carencias, pero los padres tendemos a pensar sólo en niños maltratados, vamos todos hemos llevado al niño al pediatra lleno de moratones y hemos pensado (madre que pensará este hombre de tanto moratón de mi niño), es una situación incómoda y más si el señor pediatra nos hace alguna pregunta, los moratones o hematomas de un niño que se cae no son los de un niño agredido.
Princesita es la típica que va siempre llena de heridas y golpes de todo tipo, su pediatra siempre me dice lo mismo "¿Esto no será de estar sentada?" "No, no lo es, son de niña inquieta donde las haya".
Pero no voy a meterme en este tipo de riesgo que posiblemente derivaría en un desamparo y en una intervención de menores, sino de ese riesgo emocional que muchos niños corren y que sin duda es más difícil de detectar en cinco minutos en una consulta....
Imaginar que sois pediatra y estáis en vuestra consulta viendo niños acatarrados (es lo que toca, estamos en invierno) y aparece una madre joven con un niño pequeño, que ya camina. Le pedís a la madre que lo siente en la camilla y que se aleje para poder trabajar, lo primero que observáis es que el niño no llama a su mamá, ni se asusta de ti que eres una desconocida con bata blanca "¿será el único niño al que no le asuste la bata blanca?" os preguntáis.... es raro que un niño pequeño no llore si su madre se aleja, no la mire y sonría a un total desconocido que empieza a toquetearle para mirar como está su salud, si encima ese niño le hecha los brazos a ese desconocido es aún más raro, si lo pones en el suelo y no tiene interés por la madre ninguno, no corre hacia ella y no muestra interés es aún más sintomático. Esto como pediatra os llama la atención, algo pasa, pueden ser muchas cosas, pero vuestro instinto de madre pediatra os lleva a pensar que por la juventud y origen étnico de la madre pueda haber una falta de vínculo bien elaborado.
Elaborar un buen vínculo con el bebé es algo muy importante, generalmente nos sale con naturalidad, pero hay mujeres que no saben como hacerlo quizá porque ellas mismas no tuvieron ese apego con su madre (por ausencia quizá) o porque su madre no podía atender esas necesidades emocionales del pequeño ni las físicas, algunas veces se atiende las físicas (niño bien vestido y alimentado), pero no las emocionales: no todos tenemos la capacidad de mostrar afecto o de mostrarlo de una forma sana.
Para saber por qué una madre se comporta de una determinada forma con su hijo debemos hacer uso de la empatía (capacidad de ponernos en su lugar) y ver como y de que forma criaron a esa madre.
Los niños con un apego menos elaborado tienden a tener menor capacidad para tolerar el estrés, esto les lleva por ejemplo a tener menor autoestima : si eres un bebé y lloras y nadie te hace caso ni cubre tus demandas tenderás a pensar que el mundo es hostil y que no se puede confiar en nadie.
El vínculo emocional madre hijo (no confundir con el apego que se produce en las primeras semanas de vida y se refiere a la relación que el niño construye con su cuidador primario) se crea en los dos primeros años de vida, la madre del ejemplo que os he contado todavía estaba a tiempo de "conectar" con su hijo, de aprender a "conectar" con su hijo.
No es inusual que un niño tenga un vínculo "extraño" con sus padres, los hay que no establecen ese vínculo y por ejemplo no reaccionan siempre igual cuando la madre desaparece por ejemplo o actúan de forma inusual con uno de los padres... como reaccione el niño ante sus padres no es tan importante como el hecho de como reaccionan los padres ante sus hijos.
En el ejemplo anterior si esa madre actuara con indiferencia ante su hijo tendríamos un "problema" si esa madre actúa siempre con cariño y afecto y entiende las necesidades de su hijo le estará dando confianza de que siempre estará allí.
Algo que me llama mucho la atención cuando hablamos de ovodonación es el temor de las madres a no querer a ese hijo, a que no se cree un vínculo de apego, como si ese apego se creara solo por llevar los mismos genes. Hay mujeres que nace su hijo y no saben como quererlo o les da miedo quererlo o tienen depresión post parto o otras miles de cosas que son totalmente indiferentes al hecho de ser o no un hijo genético.
Me siguen llegando mails preguntándome que sentí al ver a mis hijos por primera vez, o si me costó sentirlos míos, y siempre respondo lo mismo que las sensaciones y los sentimientos no van ligados a los genes. ¿Qué opinaís?
Me siguen llegando mails preguntándome que sentí al ver a mis hijos por primera vez, o si me costó sentirlos míos, y siempre respondo lo mismo que las sensaciones y los sentimientos no van ligados a los genes. ¿Qué opinaís?